martes, 3 de julio de 2007

Romance chino IV

Y al tercer día se levantó de la cama cansado. En apenas dos horas de sueño conoció a una fantástica joven de cabellos negros. Dos horas que duraron toda una noche en su particular espacio - tiempo. Se conocieron en Yemen. Turistas en mitad de una masacre de la que no sabían nada. El polvo y los gritos los dejaron incomunicados. Al despejarse la nube de polvo y desaparecer el gentío, chocaron sus cuerpos y ya no pudieron despegarse. De la arena de Yemen a las sabanas de una cama de soltero.
El día se antojaba agotador en el restaurante chino y el joven japonés se tomó cuatro tés para estar despierto. En julio son muchos los turistas y muchos los comensales.

Continuará...

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