martes, 7 de agosto de 2007

Romance chino XII

El joven japonés estaba tan encantado con el verde de aquella tierra que decidió quedase una temporada por la zona. El verde junto a las mozucas fueron determinantes para que nuestro protagonista se perdiera por estos valles.
Una noche, mientras admiraba el olor a salitre, una mujer se le acercó por detrás y le susurro al oído que tenía sed oriental. La voz suave y sugerente de la joven le erizó el bello y se quedó sin habla durante seis días y seis noches. No le importó.
Continuará...